sábado, 28 de abril de 2012

Los herreros celestes

Cuando el universo comenzó a existir hace casi 14.000 millones de años a parte de haber muchas partículas subatómicas que aún no se habían juntado para crear átomos, existían algunos pocos elementos, como el hidrógeno y el helio. No existían los metales como el oro, el zinc, la plata, el hierro o el plomo. Tampoco existían los elementos necesarios para crear planetas ni vida, el universo era un reino de nubes y gases. Estos gases son dentro de la tabla periódica los más livianos que existen. No necesitan núcleos atómicos grandes para existir. Durante mucho tiempo el universo estuvo repleto de gases ligeros que dieron lugar a estrellas. En la época más primitiva del universo las estrellas se consumían con mucha más rapidez que ahora debido a las grandes densidades en las que se agrupaba la materia.
En el núcleo de las estrellas los átomos chocan entre ellos debido a las altas temperaturas que se registran. Con un entorno de estas características, los átomos se fusionan creando nuevos elementos, es así como las estrellas convierten el hidrógeno en helio. Sin embargo, cuando una estrella masiva muere en forma de supernova, la explosión que provoca, hace subir la temperatura del núcleo estelar a mas de 4.000 millones de grados. A esta temperatura, la fusión de átomos permite que elementos más ligeros como el helio o el hidrógeno se fusionen para crear metales y otros elementos que hoy en día encontramos en muchos lugares. Después de la explosión los metales recién creados son expulsados al espacio listos para crear nuevos cuerpos, como nuestra rocosa tierra, o la vida que habita en ella. Así pues podemos afirmar que todos nosotros somos hijos de las estrellas.

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